La caza para decorar vitrinas, salones o museos, y posteriormente la Guerra Civil que asoló Angola hasta finales de 2002, llevaron a la Palanca Negra Gigante (Hippotragus niger variani) al borde de la extinción. Sin embargo, desde 2003 un ambicioso proyecto, ahora liderado por la Fundación Kissama, trabaja para salvar la especie. Tan solo dos poblaciones son conocidas en el Mundo para esta subespecie de antílope gigante. Una localizada en el Parque Nacional de Cangandala y otra en la Reserva Integral de Luando.
PALANCA NEGRA
En 2003, la esperanza estaba perdida en la población de Caganda, cuando no se encontró ningún macho puro de la especie. Sin embargo, tras un ambicioso proyecto, en 2009 se consiguió reintroducir el primer macho desde la reserva de Luando, llamado Duarte, que trajo de nuevo la esperanza a la especie.
Desde entonces nuevos machos jóvenes nacen cada año en el grupo de Cagandala. Uno de los fantasmas de miombo, que tras cientos de años de persecución sobrevive refugiado en la Reserva.
Cada año, los macho prematuros comienzan a teñir de negro su pelaje rojizo y desarrollar la gran cornamenta que caracteriza a la especie, preparándose para la temporada de celo.
Miles de hectáreas arden en Angola cada año en la temporada de "caçimbo". El ardiente sol y el humo, tiñen los atardeceres angoleños con su característica cortina de color.
Mientras tanto, Mercurio, el macho dominante de la población de Cagandala hace la digestión apartado del grupo. Prefiere una vida en solitario hasta la llegada de la próxima temporada de celo.
En la Reserva de Luando, el campamento se integra en el seco paisaje durante el "caçimbo", mientras los guardas custodian la Reserva sin descanso.
Sin embargo, la escasez en época seca no afecta solo a los animales salvajes, ya que las poblaciones locales tienen que desplazarse más de 20 km para encontrar agua.
En Capunda, una comunidad ubicada dentro de la Reserva de Luando, las nuevas generaciones juegan tras la escuela en la Reserva.
Sin embargo, en esta región del Mundo, los juegos pueden llegar a ser muy diferentes a los de Occidente.
Donde la carne de animales salvajes es un bien preciado y no importa si son grandes o pequeños, mientras supongan un aporte económico o alimenticio para la familia.
Incluso las especies más amenazadas del Planeta son presas potenciales, tanto para alimentación como símbolos de protección espiritual.
Para combatir este gran impacto, el proyecto integra miembros de los pueblos cercanos como guardas de la Reserva, para ofrecerles nuevas oportunidades.
Mientras tanto, un guarda prepara cuerda hecha con fibra natural para amarrar los grandes bidones de gasóleo que vienen de camino custodiados por los militares.
Los guardas visitan a diario el puesto avanzado, desde el cual protegen la las manadas del interior de la Reserva.
En conjunto con los militares, el equipo reorganiza el gasóleo que será utilizado por el helicóptero del proyecto.
Cientos de litros de gasóleo son necesarios para sobrevolar la reserva y conocer el estado de las manadas.
Pedro Vaz Pinto, coordinador del proyecto, muestra a los militares y guardas el funcionamiento de los dardos tranquilizantes.
Gracias al monitoreo permanente, el cuidado de los núcleos reproductores y la protección ante la caza furtiva en la zona, la Palanca Negra Gigante se aleja poco a poco del abismo de la extinción. Sin embargo, queda mucho por hacer, donde la educación social y la protección de la especie, son los pilares para su recuperación. Si quieres conocer más acerca del proyecto puedes hacerlo pinchando en sobre la siguiente fotografía.